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Semiótica del desgarro y la emoción

por Mauro Gatica

 

El chico de este relato mira fijamente el lente de la cámara digital que sostiene su novia mientras cercena las extremidades del cadáver de su mejor amigo, tal como lo dirá el titular de la prensa durante los próximos días. Yace sin vida en el piso de ese claro oscuro desde hace ya un par de horas. Otros restos humanos fueron encontrados junto a la línea férrea casi llegando a la desembocadura del río Lluta, pero se descartó cualquier conexión entre los asesinatos. Nuestro personaje, sin dejar de mirar la cámara siquiera un instante, mutila la pierna derecha de quien en vida fuera Francisco Andrés Guzmán Humire, sin ningún gesto de remordimiento.

 

Flash back: Detrás del lente, el dedo índice de una mujer no para de jugar con el zoom, amplifica los gestos de horror en sí mismo ya amplificados del homicida, y nos invita con el lente, como si todo fuera un documental fisiológico, a indagar en cada uno de los restos cercenados de Francisco con un clouse-up, como una eyaculación letal. Esta es la misma chica que estará en el tribunal de audiencia, sentada en la galería justo detrás de Alejandra Patricia del Carmen Humire Huanca, madre de la víctima, el 28 de julio del año en curso, a eso de las 13:30 horas, vistiendo jeans azules ceñidos al cuerpo y botas negras que le cubrirán hasta la rodilla. Llevará el pelo color miel, largo hasta la cintura. También llevará lentes oscuros y un abrigo largo de cuero que comprará en la Feria Dom nical cuatro días antes del juico.

 

Flash back: un brazo cercenado, el tatuaje verdoso de un nombre: María, y la silueta de un corazón destrozado por el cuchillo.

 

A la salida de la audiencia en tribunales, la rodearán los medios de prensa como es la costumbre en estos casos. En las escaleras del tribunal de justicia ella perderá la compostura, hará declaraciones duras, muy desfavorables, validará el homicidio y descuartizamiento del que en vida fuera Guzmán Huanca, el joven ariqueño de 24 años, vecino y víctima del asesino. Un periodista le preguntará si efectivamente estuvo ella en el lugar de los hechos grabando el video del desgarramiento de su ex novio. María Dolores Leticia Mollo Mollo prefiere guardar silencio. Conoce sus derechos. Sabe de las trampas del lenguaje.

 

Su foto aparecerá en los noticiarios televisivos, aparecerá en los flashes informativos y en los diarios del país y la región. Se harán semblanzas del sujeto, quizás y escriban su historia, si tiene suerte una miniserie o un capítulo de algún programa de reportajes.

 

A Francisco Andrés Guzmán Humire lo tratarán de vincular con el narcotráfico, eso dirá el titular del diario local, quien luego de una semana de debates intensísimos y diligencias, se retractará de lo publicado.

 

Flash back: la chica jugando con la cámara hace un clouse-up a los ojos de Claudio, secos como las piedras más seca del río San José, un clouse-up a la frente, a la boca abierta del cadáver. Ahora un acercamiento al rostro de la víctima. Pause.

 

El asesino tenía causas pendientes por violencia intrafamiliar, homicidio, robo por sorpresa, robo con fuerza, microtráfico, cohecho y violación informa la periodista del canal trece desde el estudio de prensa. En el audio del video que luego pasará a formar parte del sumario de la investigación del delito en calidad de prueba, se escucha el motor de una cierra eléctrica y el sonido de música que luego se estableció correspondía a Los Fabulosos Chapillac´s, banda arequipeña de cumbia psicodélica que encanta al imputado, tanto así que lleva en su pecho un tatuaje con el logo de la banda.

 

Flash back: la cámara muestra ahora el rostro del homicida totalmente ensangrentado –un dedo anular aprieta el botón de Pause–.

Descripción de ambiente: pared revestida con baldosas blancas tal como lucen las carnicerías del barrio donde creció el victimario. La baja intensidad de la luz impide ser minucioso en los detalles.

 

20:45 horas, en casa de María Leticia Mollo Soto, ubicada en la población Rosa Esther, pasaje Benjamín Pinochet #1166, todos beben té sentados a la mesa, mirando el último segmento de la novela. Comen pan con salame y palta con cebolla. Se ríen de lo que dice Pancho Reyes en la pantalla. No paran de reírse. Termina la telenovela. Luego el espacio comercial le dará paso a las noticias. Verán la foto del ex novio de su hija en el resumen de las noticias más importantes que entregará el informativo esa noche y todo comienza a tener sentido.

 

 

Mauro Gatica Salamanca (San Marcos de Arica. 1974).  Ha publicado los libros: “la comarca: ensayo sobre el desarraigo” (Editorial Fugitiva Cartonera, 2016); “ex machina” (Poesía. 1a ed. Editorial digital BongoBook Ediciones, 2015; 2a ed. Maki_naria ediciones, 2015) “spin off” (Poesía. Editorial Olga Cartonera, 2013); “escupe” (Poesía. Editorial korekhenke, 2013); “la pequeña casa en la pradera” (Poesía. Editorial Digital 404, 2012); “los ingalls” y “la pradera” (Poesía. Proyecto Editorial  Itinerante, 2012); family values (Poesía. La Liga de la Justicia Ediciones. 2011); “Shhh” (Poesía concreta. Cinosargo Ediciones. 2010).

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