Selección de poemas de
Roy Sigüenza
LA CAL DEL ADIÓS
Si los olvidan
algunos van al mar y escriben poemas
(los más sensibles)
se vuelven enfáticos en sus trabajos
o cambian de creencias
(los más prácticos)
Tú vas al bar y te embriagas.
MELANCHOLY BAR
Tracy Chapman vela por ti
es el ángel que te procura consuelo
muriéndose.
CABALLOS
Las patas de los caballos dan vueltas y vueltas
sobre el lodazal de la molienda vueltas y vueltas
como en mi cabeza tu ausencia.
CAÑA
Riega tu dulzura
sobre su tirante corazón.
TRAPICHE
He puesto allí sobre tus piedras
la rama de mi amor
para que la vuelvas a la espuma.
AGOSTO
el viento se esparce por las ramas de los árboles
el rostro de mi amado por la hierba.
FELICIDAD
Bebimos cerveza
de a poquito
(tomémosla como si fuera vino,
te propuse)
tú dijiste que la bosta de vaca
elevaba
(la fumamos)
estaba claro que los dos buscábamos
abandonar este mundo.
EPITAFIO PARA LA TUMBA DE WYSTAN HUGH AUDEN
Peregrinó por el amor
(desconfiaba un poco de sus hallazgos, era cierto)
hasta su último día,
aunque supo que solo en la poesía lo encontraba
(siempre intacto).
De hecho, fue un iluso
cuando tomó el avión de Oxford a Viena
para verse con su amante, un tal Chrester Kallman
(el joven aprendiz de poeta que lo sedujo
recién llegado a New York).
No te esperaba, era visto,
no te esperaba Wystan Hugh Auden
que hoy yaces aquí
(a salvo de ti mismo)
tan seguro, como siempre, de que el amor te fue fiel
y de que le correspondiste.
Roy Sigüenza, 1958, Portovelo-El Oro. Poeta. Ha publicado Cabeza quemada, Ocúpate de la noche, Tabla de mareas, La hierba del cielo, Cuatrocientos cuerpos, y el libro antológico Abrazadero y otros lugares. Sus poemas están incluidos en varias antologías –textuales y virtuales– de poesía ecuatoriana y latinoamericana. Ha sido traducido al inglés, portugués y catalán.