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Selección de poemas de

                                                 Juan Cristóbal MacLean

 

         

        

Hay que coser estas nubes

            a la cordillera en deriva

y parchar los visillos deshechos de la mirada

            al hambre pelada de los paisajes

a sus iris transparentes

            a su vieja piedad por nuestro nombre.

 

Hay que coser un hálito a la voz

una sed a la saliva

y un punto ciego tras los párpados.

 

Hay que coserle al viento

un canto de botánicas amotinadas

y al cuello un suspenso

de diarias serpentinas.

 

Tal vez así las cosas

sepan irse solas

o por lo menos encontrarnos

en su deriva.

 

 

 

 

 

 

Todo lo que ocurre por ir a comprar el pan,

o un foco, o un peine, o una astilla

apenas cabe en el bolsillo:

 

De pronto, de estar uno adentro,

está ahora afuera, a pie cae

entero por la calle,

como un pañuelo derramado

 

a la hora en que nadie recoge nada:

ni aquel perro amarillo que dormita

ni el hortelano insomne se preocupan

por la temblorosa suerte

de quien va a comprar una vela,

un foco, un bolsillo, un fósforo.

 

La calle, a esa hora intermedia,

tiene el ruido de otra calle

por la que nadie, invitado,

pasa.

 

Sin embargo es la misma pasión

oculta que no se sabe si busca un peine,

una tienda o un pañuelo

la que dirige el aventurarse en la distancia

de la hormiga

que tal vez pisaste

mientras solo ibas a comprar

algo

a la tienda.

una versión del colibrí

 

 

esmeralda trizada en alas

impaciente documento de la brisa

colibrí que el aire en aria tornas

divinidad que nunca en lo que liba pisa

 

destello enamorado, fulgor sin olas

acantilado reino y vértiga cornisa

que destruye y funda todas las corolas:

di: minutos detenidos, látiga ansia y prisa

 

apurado manojo del aire apenas plumas

prófugo candor, desmayo que hoy lucía

la lenta interrogación de las espumas

 

el postrado ruego de saber si un día

dulces pararán los clamores, las heridas y las idas

o si es el alma vana figura y fuga y sólo pía

Meditación muy severa en torno

a la imposibilidad del amor

 

Morir es cierto, ya lo sabemos todos:

vivir no es más que una sandalia

que va calzándose la muerte

 

            Entretanto el amor huye

funda breves paraísos, obstinados

purgatorios, más o menos en vano

decreta dichosas islas o asegura

la puntualidad de naufragios

muy fieles a tesoros muy hundidos.

 

La parca insistencia con que a veces

al verano pobre y sistemático se le da

por abrir y mostrar las cartas de la felicidad

inefable el revés un día encuentra:

ya sólo fieles lágrimas, cenizas y destrozos.

 

Es que el amor no es nuestro todavía.

 

Aún sólo la muerte puede aplacarlo,

La vida apenas ofrecerle la tragedia.

Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, el príncipe

Mishkin y una muerta, Fedra…

 

Todo ellos terrible, espantosamente muertos

ya que amar amar rompe desborda todo

radical destruye cercos, leyes y razones:

es el amor necesariamente el primer proscrito:

            pues si de verdad el amor cundiese

fuera cierta su efectuación y diaria lucha

seguramente

la maquinaria ya no funcionaría.

 

Oh se hizo bien en crucificar a Cristo:

de no haberlo hecho no tendríamos

ni semáforos ni misiles ni Internet ni obispos

menos mal cada día lo matamos

su lenta muerte hiere menos que el granizo

ya que de nada es culpable nadie y

puede seguirse envolviendo

la matanza general en corbatas

rosarios tratados y convenios.

 

Así es.

Ni el amor de los Amantes

Ni el amor de Pablo de Tarso

Por fin ya no corren por aquí.

 

Ahora cualquier Julieta puede bailar con Romeo

en una discoteca o en un canchón.

Tristán tomar un abogado,

o algún lector de las Epístolas

ir en avión a hacer el bien y repartir poleras.

 

La tragedia ha terminado.

Juan Cristóbal Mac Lean (Bolivia, 1958). Ha publicado tres libros de poemas Paran los clamores, 1997, Por el ojo de una espina, 2005, Tras el cristal 2012, tres de ensayos/prosas Transectos, 2001, Fe de errancias 2008 y Cuaderno, 2015. Tradujo algunos libros del francés y del inglés. Se dedica a la pintura, al garabato.

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