Enrique Verástegui, poeta
[Entrevista del libro: ENTRE LA UTOPÍA & EL DESENCANTO. VOCES & VISIONES DE LAS NEOVANGUARDIAS POÉTICAS DEL PERÚ. Ed. Gonzalo Geraldo Peláez (Cinosargo Ediciones 2016)]
<<Yo querría que me recordasen como el fundador de la filosofía peruana>>
La vieja relación entre poesía y política
Yo me considero descubridor del continente Literatura como motor de la Historia, como motor de cambio de la Historia, y sobre el eje de esa frase construí mis libros. Luego de la subida al poder del socialismo en todo el mundo, incluido India y Japón, y comparado eso con lo que había sido la época anterior, no puede hablarse más que de una “visión renacentista”, aunque esos renacentistas por momento somos los poetas porque evidentemente unos poderes que no pertenecen al ámbito de la cultura o el espacio de la universidad, niegan. Por momentos, que es casi todo el tiempo, me siento como apabullado, como samaqueado por la locura, y sólo me consuela pensar que mi prosa, mi obra filosófica esté a la altura de Federico Nietzsche. Y ahí luchando para no caer en la locura, así transcurre mi vida y mis días, buscando y siempre esperando mis momentos de lucidez para ponerme a escribir. La idea es el descubrimiento de la Literatura como motor de cambio de la Historia, como motor de cambio de la sociedad. No estoy hablando del imaginario de un país, del imaginario de una época, y desde ese punto de vista, ese imaginario como "transformación revolucionaria” (Lenin). En realidad, descubrí y dejé de pensar eso hace como treinta y tres años, y no es tanto esa línea político-literaria lo que me interesa, sino simplemente hacer revoluciones. Por ejemplo, yo soy consciente de haber hecho una gran Revolución Matemática. Aunque mi poesía proceda de Dios, y tal vez, mi vida, me da más placer inventar nuevos teoremas. Y yo no creo mucho en el psicoanálisis, pero creo en lo objetivo, en la conciencia que entra en la cama a través o después de haber estudiado. Voy a decir dos palabras para ir elaborando una teoría, la práctica teórica althusseriana puede ser vital para con la práctica política maoísta, para así, establecer el proceso de lucha revolucionaria en el mundo.
Las luchas de la mística
Aconsejado por mis lecturas pitagóricas no le veo la razón a esa lucha o necesidad de lucha entre Literatura e Historia. Lo que busco entonces, es algo que sea exclusivo, algo que sea lo más selecto de la Humanidad, y eso no puede ser de otra forma que poniendo punto final al poema, en el mismo momento en que estás sintiendo el éxtasis al cual te conduce la altura de ese poema que acabas de escribir, y que no es más que el éxtasis de contemplar a Dios. A los treinta años me guiaba por las tres vías místicas de La subida del monte Carmelo de San Juan de la Cruz; pero como Occidente no tiene Espíritu, y el Espíritu está en Oriente, para allá me he ido, a la India donde he leído tanto filosofía china como hindú, y por eso, lo único que percibo y siento es que ese éxtasis de leer un poema es como si el lector hubiese tomado y pasado por sus labios un trago de champaña.
Alejado de Mallarmé, alejado de las vanguardias
“Transformar la vida” (Rimbaud) no es proyecto mío ni de mi generación, sino una apuesta en acción de un tipo que ha investigado todo y considera que es correcto emprender la ruta por ese camino, camino de que es necesario otorgar al pueblo peruano la conciencia de luchar por la Felicidad. Cuestión incomprendida hasta hoy por el marxismo peruano, Mariátegui murió hace cincuenta años y todavía se sigue leyendo, y no comprendo por qué no hay nuevos libros sobre el Perú. Me interesa que el Perú se convierta en un país totalmente culto, me interesa la masificación de la élite. Y yo lo que he hecho es en el fondo y con buena conciencia, una literatura que sea capaz de aguantar otro ciclo, y que se lea como un texto clásico, con interés, con amor, con amistad. Si la entrevista me la hiciera yo a mí mismo, te diría, que mi obra es superior a la de Leonardo da Vinci.
La inocencia del poeta <<salvaje>>
En cualquiera de las épocas, el rol del escritor es ir por delante de la acción, máxima de Rimbaud que ha quedado en mi vida. La poesía es la sensación, el sentimiento, la reflexión, el pensamiento; lo que se presenta como lo anhelado, lo dado en una escritura visionaria. Rimbaud habla del “desarreglo total de los sentidos” en la carta a su maestro Izambard, al contrario, pienso que es necesario, como en la formación de los taoístas chinos, una disciplina al máximo para poder obtener poder psíquico. Desde ese punto de vista, Rimbaud es un joven genio de Occidente, y yo soy un joven genio de Oriente, de un Oriente andino.
¿Y por qué no poetas en tiempos de miseria?
La poesía de todos los países del mundo pierde prestigio a la caída del muro de Berlín, la poesía que había sido la luz de la clase obrera, una clase joven en la Historia, se derrumba y, entonces, el poeta-militante se queda sin poesía. Y los que no somos militantes y sólo poetas o intelectuales, tenemos que buscar la salvación a través de otras dimensiones como la dimensión estética; sobre la cual recomiendo leer aquel testamento que dejo Marcuse llamado La dimensión estética, donde dice que el futuro de la Humanidad se jugará en la lucha por la estética. De ser un hombre de acción que es la poesía, he pasado a ser un hombre de teoría que es la filosofía.