Selección de poemas de
Diego Alfaro Palma
De Paseantes (Ed. del Temple, Santiago, 2010)
Charly Brown
El que siempre intentó patear la pelota
que Lucy le quitó del pie.
El niño al que un árbol devoraba su cometa.
La obra de un caricaturista triste
que se retrataba aún en sus peores momentos,
abandonado por su mujer
con la depresión amarrada al cuello.
El día que Charly Brown decidió hacer su vida
buscar un empleo para el que no era hábil
salir del asfixiante mundo de la infancia
y caer en un callejón cien veces peor
borracho, escritor mediocre, siempre calvo
agotando sus noches frente al papel,
trazando el vistoso chaleco de quien fue su padre
un caricaturista neurótico amado por los niños
con todas las vidas posibles destruyéndolo
entablando ambos al final del día
un diálogo demoledor sobre los psiquiatras,
los tratamientos, la necesidad del amor
cuando el jazz acaba en una habitación oscura
nieva y Charly Brown se echa en la cama,
imagina un cuadro feliz:
un balón que escapa hacia el viento.
Bibliotecario
Reconocerse en un poema de Philip Larkin
puede parecer tan desolador
como la fotografía de un carrusel bajo la lluvia.
Las soledades que vienen y van
pueden ser tan cansadoramente inútiles como la literatura
sin embargo
de una u otra forma volveremos a ellas
como a aquel viejo paraguas que desdeñamos
por sus extravagantes colores.
Pero más allá de estas vagas lamentaciones,
el deseo de estar solo
bajo una luz, en pie de poesía,
desconociendo -desde altas ventanas
la miserable estulticia
de las chicas bellas,
arpías que dolorosamente
anidaron en tu vergüenza.
De Tordo (Ed. Cuneta, Santiago, 2014 // Ed. Del Dock, Buenos Aires, 2016)
SALMÓN
En el trayecto que va
de la farmacia a la comida china
no temas olvidar
quién fuiste
aquella vez en un río del sur
la corriente helada entre las piernas
los restos de alerce varados
o esas tres toninas que te siguieron el paso
porque más terrible aún
sería volver a ese lugar
sin reconocer las señas
de quien has llegado a ser
cuántos mares bogaste
para desovar estas orillas.
CORTAMONTE
Yo soy el hombre que ha dejado pasar el tiempo en las notarías, que esperando su turno imagina ser un piloto inglés o un cadáver tendido en la sierra peruana. Abandonado a estas cuatro paredes, las secretarias apagan la luz y me permiten morir en esas alturas, ya tan lejanas al que tomó su número y enlistado vio la vida vuelta un trámite. Marchando hacia adentro, despido cada mañana a la humanidad, secándose al sol como frutas sobre un techo.
I
Pequeña Jeanne de Montreal
este comienzo nunca fue bueno
¿Qué hacer? ¿Cómo devolver la marcha de las cosas?
¿Cómo encontrarse en otra parte que no sea esta pobreza
nuestros dobles sueltos por el mundo? Lo que debí o no hacer
o lo que pudimos o debimos está en el vagón de un tren
deja pasar el paisaje tras la ventana
finge que se vive otra forma que no sea esta
la ficción de cada cual atravesando Buenos Aires
la llovizna sobre tu bicicleta pequeña Jeanne
lo que aquí dejaste te esperará intacto
en Uganda en Praga o en todos esos lugares
de los que me hablaste en el bar y en donde nunca he estado
tu cara al despedirme en la puerta
y lo hubiéramos dado todo y nada por una novela
¿has llegado a Montreal? ¿Quién te recibió?
Nunca seré un juguete que quepa en una maleta
nada merece ser guardado
y en fin qué punto somos dentro del diseño infinito de las cosas
qué objeto nos define al ser puestos en una sala en blanco
a baja luz como el museo donde trabajabas
la gente buscando fémures de dinosaurios
los perros de mi barrio fuera de la carnicería
ser actor sobre un escenario desértico
trabajar los domingos y perder la luz de los parques
el sonido de los vagones al entrar en la provincia
nos faltó cuerpo para entrar a esas dimensiones
mientras las playas se sacuden al viento
las ciudades arden y toda promesa es una revolución posible
he estado en menos de la mitad de los lugares que nombro
y me hubiera gustado esto o aquello
con tal de haber nacido en otro ángulo de este diagrama
lo que alcanzas a llevar de ti a otro sitio
donde un lenguaje distinto hace funcionar el alumbrado público
te preguntas cuál es el fin de todo encuentro azaroso
el olvido de cualquier anterior la máscara de una comedia veneciana
la pobreza de la traducción o cómo decir lo que se debe en el momento justo
la noche es una maestra cuando soñar es una mala sinopsis
sobrevivir las mañanas de té con especias
con un séquito de niños hambrientos siguiendo tus pasos
te digo los antiguos pueblos normandos
doblaban las ramas de ciertos arbustos
para medir con la sombra el movimiento del tiempo
una rosa sobre la última mirada que hechas a tu habitación
tu amigo que quiso dibujar un árbol en la pared
al extrañar la forma salvaje de la naturaleza
¿Has llegado a Montreal pequeña Jeanne?
¿Quién sustituirá el espacio que dejan los muertos?
Me he dedicado a recoger fotografías antes de conocerte
pienso que no sirvo para nada más que eso
una es de un tiburón en una pecera sostenido en un líquido denso
la monstruosidad de reproducir el pasado en el presente
te dije debimos de habernos conocido antes esto es tuyo estaba en el mesón
y tienes el rostro de esas muñecas de porcelana
lo mejor sería no consultar las cartas del tarot
otra imagen es el mapa de un barco para el transporte de esclavos
te pregunto ¿existe el amor en esas circunstancias
puede la fractura de toda dignidad ser el punto ideal?
me hablaste de pueblos en donde la gente no elige vivir
veo el post de un exalumno del liceo donde fui profesor
decepcionado de quien resultó ser no sé si mi vida es tan de perro o una farsa
te ayudo a sacar la bicicleta nos reímos en cualquier momento llueve
en las noticias hablan de Egipto Siria Brasil
merde ben tant pis je viens quand même
Pequeña Jeanne y tu vestido de gitana en otra vida en otra parte
esto no es el viaje en el transiberiano ¿Cuánto falta para Montreal?
Y si te digo que una vez pensé en tener una casa hijos un trabajo estable
que me vine a esta ciudad escapando de mi mismo
que nadie puede escribir algo decente si no ha pasado hambre frío calle
ver una generación apostando sus mejores años por el poder y la avaricia
te llevas un tordo a Montreal
nos vimos solo cuatro veces y esto podrá parecer una excusa
para decir un puñado de cosas sobre un plano.
III
el cadáver tantea la humedad
arrojado a un lugar que desconoce
desde una araucaria la noche en forma de pájaro
ninguno de nosotros estuvo ahí o fue arrestado
la bala adentro borbotea al pasar del río
su figura se pierde entre la niebla
como una sombra que asoma entre los hielos
el primero en descubrirla fue nuestro vigía
la voz y solo la voz de su crujido
el barco cercado como han cercado los barrios
y no quedó más que un país o un teatro pobre
el telón montado por quienes traicionaron al hambre
para acabar con la gravedad de las cosas
el lenguaje queda corto para hablar de la miseria
y yo te pregunto Jeanne si alguna vez supiste
de una historia más triste que la nuestra
si alguna vez supiste de una generación más cómoda
en la ignorancia del que nunca se contentó con nada
al final los poetas se preguntan
si este es el tono ostensible de las cosas
en el océano las algas se sacuden lentas
y peces sin color se pasean a falta de destino
arriba las olas se agitan revolcándose
la poesía es inútil ante el poder de un muerto
que reclama volver a hablar su idioma
subir la montaña donde vio espumar el mar
vestir al chico bajo la lluvia hacia la escuela
el mejor alumno en el peor de los empleos posibles
y la bala sale del cuerpo y da en otro
mientras un cura se pone entre los hombres
ándate a la mierda si no sabes escuchar
les grita como un terremoto al pasar bajo tierra
fue en Santiago la misma ciudad donde ejercí de profe
esa bala pudo ser mía tuya o de un estudiante
o del último espécimen de un animal que cae lento
con todo su pellejo el hocico roto
allanan su casa el rocío avanza.
VII
Nunca fuimos anarquistas
leíamos a Trotsky en la duermevela
en el horizonte todas la revoluciones perdidas
escuchando música sacra al volar de las palomas
perdíamos la vista al salir de los bares
ese fue el Santiago que nos asaltó con su sombrero
los nombres que admirábamos estaban muertos
sus fantasmas se codeaban entre las fichas de dominó
el más salvaje de los nuestros terminó en Estambul
le perdimos el rastro se cambió el nombre a piedra
sobre él construimos una iglesia con la fe de los que desaparecen
los otros en librerías bibliotecas cuentas de bancos
profesores en los barrios altos donde el smog se acumula a media tarde
y para ti pequeña Jeanne esto sonará vacío
pero fue la vida que perdimos viviendo
porque Dante nunca sirvió ante el analfabetismo
enseñar un cuento cuando la literatura es una clase inútil
para eso están los pedagogos eternos
dejando dormir una generación completa bajo los laureles
su canto es el crujir de los estómagos en ayuno
nadie respeta nada dicen los viejos
y la caspa vuela desde sus chaquetas raídas
en Buenos Aires les dicen sacos
imposible dejar de pensar en el que con una hoja acumulaba otras hojas
en Limache se hablaban cosas de los locos
uno fue un profesor de matemáticas
se aferraba a la reja dirigiendo ejércitos invisibles
no lo mires a los ojos derechito para la casa
y fuimos creciendo en medio del temor
esos colores del otoño nos recuerdan los cuadros de Brueghel
cada uno en su oficio mientras Ícaro cae
la que sigue es la anunciación de la Virgen
un director la sostuvo por diez minutos en escena
el actor enseña a su hijo la fuerza de los hábitos
todos los días regar un árbol seco frente al mar
¿seremos capaces de concretar algo? ¿atravesar la lluvia con una vela?
troncos tronchados en un campo nieve
¿se darán cuenta los animales de su hábito?
Constant Niewenhuys quiso crear una ciudad para jugar
terminó pintando de 12.30 a 19.30 cada día
pienso también en las mujeres del valle central
o en esas que la Patagonia sacudió con la tristeza
los periódicos publican noticias para hacernos diferentes
en un lugar de la cordillera lo nuevo es el paso de un tordo
su significado perdido entre tantas otras palabras
¿seremos capaces de realizar un Sacrificio?
Trotski fue exiliado en Ucrania tras dirigir el ejército ruso
ahí escribió sobre literatura y la educación del pueblo
somos en parte esos niños que ven pasar la vida tras una pantalla
sintiendo que los parques son aburridos inseguros
recuerdo tu bicicleta a la que nunca pusiste un nombre
mi papá les puso uno a las cucarachas que se paseaban por el barco
todos los días a la misma hora cada día es una hora distinta
me es difícil imaginar a mis viejos amigos envueltos en el peligro
amando a una sola persona en un solo lugar bajo el orden natural de las cosas
la dispersión es la consigna de una batalla que no lucharemos
el mundo arde desde hace mucho
las mezquitas dejan sonar sus campanas
los indígenas del Amazonas se interponen entre las máquinas
por ti por mí por los que vendrán.
Diego Alfaro Palma (Limache, Chile, 1984) publicó los libros de poemas "Tordo" (Cuneta, 2014 / Limache250, 2013) y "Paseantes" (Ed. Temple, 2009). También realizó la antología de la "Poesía reunida de Cecilia Casanova" (Ed. Univ. de Valparaíso, 2014) y reeditó la "Antología de Ezra Pound en Chile" (Universitaria, 2011). Tradujo "El pensamiento zorro", prosa de Ted Hughes (Limache250, 2013). Sus ensayos han aparecido en "El horroroso Chile. Ensayos sobre las tensiones políticas en la obra de Enrique Lihn" (Alquimia, 2014) y en varias revistas de Chile y el extranjero, entre ellas la importante revista alemana Alba. Su libro “Tordo” recibió el prestigioso Premio Municipal de Santiago en 2015 y anteriormente una mención por su borrador en el Premio Nacional Eduardo Anguita en 2013.