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MANCHAS DE AGUA DE ROY SIGÜENZA: RASTRO VITAL

Por Eduardo J. Farías Alderete

 

 

Los pasos del oficio de Roy Sigüenza que deja como una senda indeleble en Manchas de Agua, impresiona al lector, le abisma, le estira y le lleva de la mano en un sutil paseo de mar, noches, bar, abrazos, oscuridad y barras sosteniendo vasos con bebidas espirituosas.

El inicio de esta selección poética cifra su oriente en dos composiciones teñidas de un onirismo fortalecido en imágenes precisas y contundentes:

Del poema Válvulas 2:

“Perros que dicen monosílabos
hacen bultos para sus despedidas.
Sólo un hombre aprende del frío
la moldura del silencio.
Caminemos allegados míos caminemos
lejos de esta ciudad descascarada.”

A modo de contrapunto Sigüenza nos asalta con definiciones, notas y reflexiones en prosa poética o sólo prosa, interesante es  detenerse en su definición de Poesía:

“La poesía: un entredicho que se va aclarando o se zambulle frente a la
amenaza del silencio, de espaldas a la transparencia que se rompe; un
tropiezo que blanquea el hueso de la voz ante el bullicio de las
máscaras que nos maltratan, una forma de llegar a esa posibilidad o
también una forma de perderla.”

El mar que invoca el poeta es indiferenciado y una dimensión extensa del agua que como medio de transformación llega hasta la orilla de su existir o abiertamente algo tan  antiguo como el tiempo.

“Mañana será lo mismo: el mar es un fósil despierto”
                                                                                 De Todo el mar se parece.


“¿Cuántas veces el mar está ahí
vacío de nosotros que vamos a beberlo
abandonada toda iniciativa de murientes?”
                                                                     De Continuum.

El amor  pasea entre el grito vida o  de sobrevivencia hasta el murmullo casi imperceptible entre versos tácito pero presente, herido o convaleciente. Sin dejar de lado una erotización que complementa al verso.

“Como esa forma de amor que perece
Cada vez que alguien en alguna parte dice:
ámame libremente.”
                                          De  Thriller.

“El amor es una extraña prevención
en el paisaje”
                                           De un Rousseau.

“Después,
eso es: un fruto de la dicha,
una respuesta feliz
que se tiende en la arena de la playa.”
                                          De Marina.

A Roy Sigüenza en la búsqueda de su vox poética no escatima  el utilizar recursos teatrales, diálogos de una escena entre dos ángeles, hasta la utilización del Coro, a la usanza griega clásica. Los personajes delineados de verso a verso como Tim el Bebedor o Ella, la estremecida.

Con la misma licencia llega al lector acompañado por otros, los recrea, les reinventa les da una versión de su alma a cada uno de ellos: Whitman, Hart Crane, Silvia Plath, Ingeborg Bachman, Elizabeth Bishop, Tracy Chapman, W.H. Austen, Constanstino Kavafis, J. Genet, Y. Mishima, M. Foucault, Tennessee Williams, Truman Capote y otros.
   
El bar y en especial la barra donde reposan además de esos recipientes de alcohol e historia, el lugar común de la poesía, los poetas y el alma de los abandonados del mundo. Una pregunta:

¿En que se puede asemejar una resaca a un lapso de melancolía?

 

“Si los olvidan
algunos van al mar y escriben poemas
(los más sensibles)
se vuelven enfáticos en sus trabajos
o cambian de creencias
(los más prácticos)

Tú vas al bar y te embriagas.”
                                 De La Cal del Amor.

“Aunque prefiera la danza cheyenne,
el vals le va a Mr. Whitman,

Baila confiado en los brazos de Jack,
su último camarada.

Sus pasos son naturales
sobre la brillante sala del bar.”
                                  De Pista de baile.

La Noche y oscuridad son elementos sostén de escenas que el verso evoca con una carga emocional que nos apela a nuestra propia historia, o la de los seres subyugados a ella.

tu cuerpo nada pide

tal vez en los trechos de la noche
el jardín de la estadía
                                De La visita del ángel.

La poética de Sigüenza vigorosa en su lengua espiritual en su manejo de imágenes y del discurso, se refuerza en un elemento vital que envuelve y hace progresivo su “opus alchimicum”. Su oficio sólido nos entrega en “Manchas de Agua” una lectura interesante. El agua no mancha, pero deja en algunos materiales como el papel, un cuarteado, un relieve preciso cuya presencia es ineludible, en la madera también, detrás de los espejos en la película de nitrato de plata y otros químicos que mejor ni nombrar. Así se reproduce el efecto en el lector, una evocación de sentimientos ineludibles.

Cinosargo Ediciones nos trae esta muestra notable y muy recomendable del poeta ecuatoriano Roy Sigüenza.

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