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Selección de poemas de

                                              Abel Ochoa

 

         

        

 

 

 

LOS COCODRILOS SE VEN TAN FELICES EN LAS ENCICLOPEDIAS

 

 

UN GPS que encuentre la felicidad.

@CheloFerullo


 

Los cocodrilos se ven tan felices en las enciclopedias.

Es frecuente verlos sonreír mostrando

sus 80 dientes para atrapar a su presa,

dándose volteretas hasta que muera desgarrada

y comérsela con una sonrisa de oreja a oreja

(si los cocodrilos tuvieran orejas).

Pero van llorando mientras la devoran,

y una vez terminada la cena siguen llorando.

Los romanos tenían la creencia de que se lamentaban.

Incluso nos referimos como «lágrimas de cocodrilo»

al artificio trágico; predominante en las telenovelas.

 

¿Cabe el llanto dentro de una sonrisa?

Todo es silencio y vacío luego del orgasmo.

¿Los cormoranes que tragan huevos de cocodrilos

lloran en los poemas simbolistas?

Para que el hombre sea eterno tiene que morir.

¿La felicidad es un medio o un fin?

El circo de la vida se inaugura con una nalgada.

 

Mientras un cocodrilo busca la felicidad

en un pantano a la deriva, una Krokodril

en un bar de Moscú busca hacer feliz a gente

que saque 80 dientes para las fotos
y muchas lágrimas después de la noche.

 

Al final la felicidad resultó una droga nada más.

 

 

 

ESTOY EN UNA SALA BLANCA VARIOS DÍAS

 

 

Estoy en una sala blanca varios días,

y tengo un pájaro dentro de mí que me habla
sobre lo bello que es tener hambre,
de golpearme los dedos con un martillo
y gritar de júbilo y dolor.

Debería conocer a personas que me hagan daño

me dice con un suave aleteo, y sobre llorar

de alegría, llorar de tristeza.

Me siento ligero y no puedo moverme.

 

Tengo un pájaro dentro de mí que me habla
sobre tatuarme los ojos y los testículos,
de acostarme en la calle cuando llueva

y pasar allí la noche, de ir vestido de amarillo

y gritar en la Boca del Pozo «¡Viva Barcelona, chuchetumadre!»

(así no sea de ningún equipo de fútbol)
y sentir cómo la sangre me rueda por el rostro.

Cada año fue idéntico al anterior pero soy ligero.

 

Tengo un pájaro dentro de mí que me habla
sobre no dormir hasta sentir que me muera:
sin café, ni televisión; ni pastillas, ni celular.
Mueve sus alitas y se me contrae el estómago

y me susurra sobre perderme hasta encontrarme,
de salir de casa con la ambición de que algo

me parta el alma y así multiplicarla,

de rociarme la cara con querosén,
y con la combustión sentir que estoy ligeramente vivo.

 

El aleteo ha cesado volviéndose una masa pesada.

Estoy en el hospital y el doctor me ha dicho

que el pájaro es un tumor

y tengo pocos días de vida.

 

 

 

LA CIENCIA LO CONFIRMA

 

 

La ciencia lo confirma:

retener un pedo toda la noche, mientras

duermes con una mujer –por más hermosa

que fuera– puede acarrear trastornos

alimenticios o emocionales. No temas

a liberarlo ante ella; incluso si tiene senos de panadero
o senos como la masa de los panaderos,

incluso si sus piernas son largas como las garzas
y carnosas como las de un rinoceronte
y tú un insecto que se posa en el rinoceronte
y es comido por las garzas.

 

Recuerda: no puedes retener un pedo con una mujer.

Las mujeres huelen lo que hay y lo que no.

El pedo alzará sus brazos y te lo agradecerá

dándote golpecitos en el ano, estrenará sus ojos

de lluvia y te mojará con su amor ardiente.

Lo mismo pasaría si retuvieras a una mujer.

La mujer vuela, calla, hiede, suena, mancha.

Sus pezones son antenas que detectan el claustro,
la clausura de lo indómito, el punto previo de la cláusula.
Calla y «huele tu parte», hermano mío.

 

En el estómago de los enamorados,
lo que se aloja no son mariposas:

es un pedo libre y hermoso.

 

 

 

CADA VEZ QUE DICES «LITERALMENTE»

 

 

Cada vez que dices «literalmente»
un tigre se sumerge
en un charco de amoniaco,
bebe un poco
y las moscas se espantan.
Cada vez que dices «literalmente»
dos vagones de objetos
van hacia las tiendas
para ser vendidos a personas
que los compran con dólares falsos,
tres ejércitos de niños-soldados del Congo
gritan en arameo
hasta que una bala les atraviese una mejilla.
Cada vez que dices «literalmente»
cuatro pollitos de las granjas de KFC
comen el veneno de las ratas
para que los consumidores se mueran con ellos adentro.

Cada vez que dices «literalmente»
cinco iguanas blancas matan a cinco palomas verdes de un colazo,
seis mendigos se ganan la lotería en países de Latinoamérica,
siete osamentas son robadas por niñas para probarse sus dientes de oro.
Cada vez que dices «literalmente»
ocho prótesis de brazos de algodón
se colocan a ocho leprosos que no son afines
a la Madre Teresa de Calcuta,
nueve prostitutas retiradas desfilan como madrinas
en las escuelas de sus nietos,
diez hippies viajan en elefantes rosados a Vietnam
para traficar pistolas de silicona.

Cada vez que dices «literalmente»
todos los océanos se hacen un poema
con metáforas como éstas
y yo
nada,
nada,
nada.

 

 

 

 

 

 

Abel Ochoa nace en Guayaquil, Ecuador, en 1986. Es diseñador, publicista y poeta. Escribe en el portal político-social gkillcity.com y asuntosdelsur.com. Ha publicado El abismo de los justos, Quito/2012. Aparece varias revistas digitales, Antología de poetas del Encuentro Poesía en Paralelo Cero, Quito/2013; 8 Poetas ahorita de las editoriales cartoneras Dadaif, Camareta y Amaru de Perú. Mención de honor en Poesía en Paralelo Cero, Quito/2012. Ha participado en la Feria Internacional del Libro, Quito/2012; Encuentro de Poesía Ileana Espinel, Guayaquil/2012; Encuentro Poesía en Paralelo Cero, Quito/2013 y Sumpavive, Salinas/2013.

 

 

 

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